El libro del Génesis relata la historia de la humanidad, cuya relevancia encarna a Adán y a Eva como el primer hombre y la primera mujer en habitar la tierra respectivamente. Rodeados de dos grandes árboles, el Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, Dios les prohibió comer el fruto del segundo, en tanto muestra de obediencia. Pero, tras desacatar la autoridad del Señor, Adán y Eva descubrieron el pecado, logrando discernir entre lo que está bien y lo que está mal y Dios los catapultó a la tierra.
Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el fruto de ese árbol porque si lo hacemos, moriremos. (..)
La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.
Paralelamente, la evolución de animales a seres humanos inscribió el texto bíblico en la crónica universal del origen de la creación. Durante años y hasta el presente, el cuento del Antiguo Testamento sigue generando cierto impacto, pues sus múltiples interpretaciones ponen de relieve tanto su matiz atemporal como sus pautas más controvertibles.
Como bien asevera Michael Søby: afortunadamente, estas escenas se presentan con un tono caritativo e interpretadas por dos bailarines excelentes. (..) Ambos dominan la gran pasión y la transformación de animales a humanos. (..) Pero el sensual examen de sus cuerpos y la demostración de fuerza femenina también causan impresión, al igual que el cauteloso intento del hombre de añadir un puñado de hojas al nido de la mujer resulta extrañamente conmovedor.
Ahora bien, si en el texto bíblico la luz representa la voluntad de Dios de plasmar el mundo; en la adaptación danesa, la luz se convierte en una herramienta sumamente eficaz a la hora de exhibir el nudismo. Si Adán intenta cubrirse con una hoja en el Jardín del Edén; el contraste abrupto entre blanco y negro en la pieza de Granhøj revela y cuestiona al mismo tiempo la naturaleza del cuerpo, abordando el tema de la desnudez desde una perspectiva primordial y connatural al ser humano. Además, el hecho de que la obra se haya materializado en 2025, en el marco de una sociedad constantemente conectada y expuesta, fija un antes y un después en el entendimiento de los límites de la libertad individual, en términos de dignidad y expresión.