El mensaje detrás del teatro del Festival CulturaUNAM
Claudia Llaca
+
-

Editora, escritora y crítica de cine, fue durante más de 20 años periodista y columnista de CinePremiere, y posteriormente, Editora de contenido para Sensacine LATAM. Ha colaborado también con diferentes publicaciones de Grupo Expansión y organizaciones como la Fundación Elena Poniatowska. Actualmente es coach de escritura creativa y editor de manuscritos, mientras escribe su primera novela.

En su sexta edición, el Festival CulturaUNAM pone a su programación de teatro en el centro de la escena con la resignificación de De profundis de Oscar Wilde y 1984 de George Orwell, dos obras canónicas de la literatura británica que dialogan con la dramaturgia mexicana contemporánea de El mar es un píxel de David Gaitán. El programa no sólo reúne tres piezas, sino que las hace conversar entre sí, obligándonos a pensar en la tensión entre lo íntimo, lo político y lo tecnológico.

Minimalismo en De profundis

Este proyecto de la compañía francesa Compagnie des Perspectives, es una potente experiencia teatral que revisita la carta que Oscar Wilde escribió en prisión para su amante, y la transforma en un acto de profunda introspección que reflexiona sobre el amor, la traición y el sufrimiento. En un presente saturado de pantallas y estímulos, la desnudez escénica de esta obra recuerda que el poder del teatro también reside en la palabra y en la vulnerabilidad del actor.

1984 y la vigilancia digital

Gaële Boghossian, de la compañía Collectif 8, presenta y dirige su adaptación de 1984 en el teatro “Estefanía Chávez” de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Esta versión propone una lectura escénica que combina teatro, artes visuales y proyecciones digitales, con un lenguaje que oscila entre lo cinematográfico y lo performático. La distopía de Orwell, tantas veces adaptada, aquí se vuelve un espejo directo del presente: vigilancia, posverdad y manipulación, ahora mediadas por recursos digitales que intensifican la experiencia del espectador.

Honor vs. tecnología en El mar es un píxel

También del 9 al 11 de octubre, en el teatro “Juan Ruiz de Alarcón”, se presenta la obra original de David Gaitán, que explora el cruce entre la honra y una sociedad en donde la tecnología actúa como agente disruptivo de las relaciones sociales. El título condensa la paradoja: la tradición de la honra enfrentada a la fragmentación del dato digital. El humor crítico de la obra permite revelar cómo la legitimidad social hoy se juega tanto en la plaza pública como en las redes.

Pero ¿qué se dicen entre sí una obra de finales del siglo XIX, tan íntima y confesional como la de Wilde, la novela distópica por excelencia del siglo XX y una obra de teatro contemporánea mexicana? Y más importante: ¿qué buscan comunicarnos en conjunto? Porque el que hoy sean parte de la programación de teatro del Festival CulturaUNAM no es azar ni casualidad. Es el resultado de una curaduría minuciosa que con cada evento artístico reitera un mismo mensaje: la memoria no es un archivo muerto, sino un punto de partida para pensar el presente y ensayar futuros posibles.

Aunque escritas en diferentes épocas y contextos, las tres puestas en escena comparten una preocupación central: la libertad del individuo y su autodeterminación frente a sistemas que, por una u otra causa, reprimen su expresión. El teatro, al ponerlas en diálogo, no sólo ofrece espectáculos, sino que propone un laboratorio crítico de nuestra contemporaneidad.

A pesar de la veintena de veces que 1984 ha sido adaptada al cine, teatro, televisión, danza, e incluso a radio series y teatro musical, su mensaje –lejos de parecer reiterativo– se vuelve más relevante conforme pasa el tiempo. La versión de Collectif 8 se enfoca en la vigilancia tecnológica, la desaparición de la frontera entre realidad y falsedad, y la fragmentación del ser en un mundo de repeticiones que lo abruma, lo aísla y lo enajena para manipularlo. En contraste, De profundis apuesta por la intimidad y la confesión como actos de resistencia. Y El mar es un píxel lleva esa conversación al terreno de la tecnología y la comunidad, donde el prestigio y la legitimidad se disputan entre objetos, redes y miradas.

Como apunta Isabel Toledo en una breve reflexión, la potencia de este programa radica en que coloca al espectador frente a lenguajes opuestos y le recuerda que mirar no es un acto pasivo, sino una acción crítica. Esa observación coincide con el planteamiento central del festival: el teatro es un espacio para ejercitar la conciencia del presente.

La programación de teatro de la sexta edición del Festival CulturaUNAM es más que una cartelera diversa: es una experiencia que interroga la mirada y el pensamiento del espectador. Es una conversación propuesta desde la introspección poética de De profundis y la distopía digital de 1984, hasta la reflexión contemporánea de El mar es un píxel, para recordar que el escenario es el lugar donde la palabra, el cuerpo y la imaginación se confrontan con su tiempo. El festival no sólo exhibe obras: plantea preguntas incómodas sobre el poder, la intimidad y la tecnología, y nos devuelve al teatro como un espacio de pensamiento compartido.

Texto realizado en colaboración con Karla Morales.