Entonces, ¿la prisión física es también prisión artística? ¿Existe una frontera, por más borrosa que pueda parecer, entre sentencia moral y creativa? El dolor de Girard refleja, como si fuera un aguacero interminable cayendo sobre el alma del autor, las injusticias morales padecidas por Wilde, en tanto blanco privilegiado y escandaloso según la mentalidad de la época. En otras palabras, la superficie angosta y restringida de la cárcel afecta al ser humano, despojándolo de sus connotaciones identitarias por un lado y reduciéndolo a mero número, por otro.
La pérdida del nombre ameritaría reflexiones ulteriores: ¿cómo hacer para desempolvar la autoridad literaria, destacando Wilde por ser uno de los personajes más importantes de toda una contingencia histórica y social? ¿Cómo hacer para seguir escribiendo, después de la cárcel?
El recorrido de la literatura es como si fuera un péndulo, oscilando constantemente entre amor y odio, luces y tinieblas. Acto seguido, la narración se caracteriza por un ritmo más concitado, mientras que el actor pone en escena la posibilidad de rescate a través del arte. Es la primavera que vuelve a florecer después del invierno, es el ruido ganándole al silencio, o mejor dicho, el odio dándole su brazo a torcer al amor. No es casual, además, que Girard abandone el escenario en el desenlace de la obra, abriendo paso, así, a interpretaciones hermenéuticas de la carta de Wilde.
Si quisiéramos centrarnos en algunas, podríamos subrayar que el texto se basa en una estructura cíclica, por representar, la imagen de la celda, tanto un punto de partida como un punto de llegada a la hora de reconstruir, el protagonista, los fragmentos de su identidad. La libertad rescatada, física y metafóricamente, balancea el juego de colores en la vida de Wilde, quien ya no vivirá con el crepúsculo en el corazón como si siempre fuera medianoche. Es más, las metáforas que abarcan el campo semántico de la naturaleza, en sus distintos matices, refuerzan la reconquista final de la autodeterminación del autor. Las reminiscencias del ambiente natural, por ende, arrojan luz sobre los escombros de una existencia arrebatada, al cabo de una larga reclusión en la penitenciaría de Reading Gaol.
En resumidas cuentas, el arte en su totalidad encarna la purificación del escritor irlandés, brindándole la oportunidad de redimirse. Dicho de otra manera, entonces, el arte es el único punto de contacto entre amor y odio, con el objetivo de aliviar el sufrimiento y, eventualmente, transformarlo en calidad literaria.