Como una clara muestra del arte como vehículo para la evolución de la cultura humana, por su capacidad de evocar la memoria para reinterpretarla en el presente y proyectarla como la semilla de expresiones futuras, el programa de música del Festival CulturaUNAM regala un viaje sonoro en el tiempo que nos lleva del siglo dieciséis, a la segunda mitad del siglo veinte, pasa por los albores del siglo veintiuno, y nos devuelve al presente para mostrar la presencia de la música sacra renacentista en la música contemporánea. El recorrido arranca con el diálogo coral Pasado y presente, de Palestrina a Boulez, para continuar con un breve paseo por la música de Arvo Pärt. La siguiente parada son tres eventos musicales que en conjunto abordan las 14 Sequenzas de Berio desde diferentes instrumentos y perspectivas, para conmemorar el centenario del nacimiento de su autor. El viaje culmina en el presente, con las presentaciones del dúo conformado por la soprano Sarah Albu y el acordeonista Matti Pulkki, y la experimentación vocal de Phil Minton y Audrey Chen.
El diálogo coral dirigido por Marco Antonio Ugalde: Pasado y presente, de Palestrina a Boulez es la primera etapa de un recorrido que inició hace 500 años con el nacimiento de Giovanni Pierluigi da Palestrina, a quien se conmemora este año como uno de losmáximos exponentes de la música sacra católica renacentista; representante de la polifonía y paradigma del contrapunto limpio, la claridad en la línea, la independencia de las voces, la textura vocal transparente y el equilibrio armónico. Una música ‘pura’ que, a mediados del siglo XX, se convirtió en un modelo que demostraba que el sonido puede tener una virtud expresiva, sin depender de la instrumentación moderna o de efectos especiales. Más que un legado estético, Palestrina legó una noción de orden: la convicción de que el sonido podía encarnar un sistema perfecto y, en ese sentido, funcionar como metáfora de un mundo armónico posible
Para una generación de músicos post segunda guerra a la que pertenecían Pierre Boulez y Luciano Berio -que exploraba el serialismo, la música electrónica y la experimentación sonora como nuevas vías para el lenguaje musical, pero que buscaba mantener una fuerte conexión con el pasado- Palestrina se convirtió en un punto de referencia.
Para Boulez, el compositor contemporáneo debía romper radicalmente con lo heredado, por lo que se alejó por completo de lo litúrgico y tonal de Palestrina. Sin embargo, valoró su coherencia estructural, su control del material y su organización rigurosa del contrapunto. La influencia de Palestrina en Boulez es más bien una teórica y metodológica, una donde la belleza en la música se genera a partir de un sistema estricto de reglas. En Boulez, la herencia de Palestrina se convierte en laboratorio: si el primero perseguía la transparencia como reflejo de lo divino, el segundo trasladó ese rigor al terreno de la abstracción total, como un intento de rehacer el mundo sonoro desde los escombros de la guerra.
Muy diferente a la perspectiva de Arvo Pärt, cuyas obras también forman parte del repertorio de Pasado y presente, de Palestrina a Boulez. Aunque algunos años después que Boulez y Berio, el compositor estonio buscaba crear una música sencilla, transparente, casi intemporal, tras su conversión a la iglesia ortodoxa rusa en 1976. El sonido puro que buscaba lo encontró en la polifonía renacentista y medieval de Palestrina para crear su estilo tintinnabuli, una música que se caracteriza por la simplicidad, pureza y espiritualidad, donde predominan los silencios, las texturas transparentes y un ritmo pausado que evoca la contemplación. A sus 90 años, Arvo Pärt se mantiene como uno de los máximos referentes del minimalismo sacro y es uno de los compositores contemporáneos más interpretados en el mundo, junto con John Williams. La radicalidad de Pärt no está en la ruptura, sino en la depuración: en un siglo saturado de ruido, devolver al oyente al silencio fue también un gesto revolucionario.
Luciano Berio, en cambio, ni rechazó ni abrazó la tradición: la leyó críticamente, la mezcló y la reinterpretó. Desde su perspectiva, los sonidos tienen siempre “una connotación histórica-tradicional” que de alguna forma ya está presente. Para él, la relación entre tradición y modernidad es un collage que retoma los elementos de un repertorio antiguo como material para contrastar, fragmentar y dialogar con los nuevos lenguajes del siglo XX. Berio entendió que cada sonido lleva consigo una memoria cultural y que el verdadero reto de la modernidad no es negar esa memoria, sino recombinarla, fracturarla y volverla a ofrecer bajo otras lógicas.
Compuestas entre 1958 y 2002, sus Sequenzas constituyen uno de los hitos fundamentales de la música contemporánea por la manera en que transforman la relación entre compositor, intérprete y oyente. Su nombre alude tanto a una secuencia, como a un discurso en continua transformación, y fueron concebidas como un ciclo de piezas donde Berio despliega una exploración tímbrica sin precedentes. Cada obra explora el límite de las posibilidades técnicas, expresivas y sonoras de distintos instrumentos e incluso sonoridades vocales que incluyen risas, susurros y gritos, ya que Berio consideraba que no sólo la voz, sino todo cuerpo del intérprete es un instrumento total. El resultado es un laboratorio sonoro donde se ponen a prueba las nociones tradicionales de virtuosismo, expresividad y forma.
Las Sequenzas marcan una ruptura con las formas tradicionales al no organizarse en torno a esquemas clásicos sino como procesos abiertos en los que la teatralidad del gesto, la respiración o el silencio, adquieren tanta importancia como la altura de lasnotas. Al no desarrollarse linealmente, se caracterizan por su fragmentación. Avanzan mediante interrupciones, bloques contrastantes y gestos abruptos que generan la sensación de un discurso quebrado, en permanente construcción, que refleja la crisis de los relatos musicales del pasado y la necesidad de inventar nuevas formas. En ese sentido, cada Sequenza es también una metáfora de la contemporaneidad: un presente hecho de rupturas, de narraciones inconclusas y de gestos que parecen empezar siempre de nuevo.
Cada presentación del ciclo en honor a Berio presenta diferentes Sequenzas, donde cada una es interpretada por músicos que encarnan la complejidad técnica y sensibilidad expresiva del instrumento para el que fue compuesta. Tal es el caso de Matti Pulkki, una figura destacada en el mundo del acordeón contemporáneo justo por su capacidad para fusionar la técnica académica con una capacidad creativa que impulsa a su instrumento más allá de los formatos tradicionales. Pulkki formará parte del ensamble de Sequenzas de Berio II y también ofrecerá un recital voz-acordeón en compañía de la soprano Sarah Albu, su compañera en el dúo Sawtooth. Su propuesta: Maquinaria, fusiona elementos del folk con la música clásica contemporánea y experimental, para explorar las fronteras entre lo humano, lo mecánico y lo natural, a través de la provocación estética total de su espectador.
En la misma línea, el audaz dúo conversacional dadaísta de Phil Minton y Audrey Chen, se sitúa entre la emoción visceral y lo ritualístico, lo inarticulado y lo sublime, a través de la exploración de los márgenes más puros e instintivos de la voz humana. Mediante la articulación de sonidos no siempre reconocibles —susurros, gemidos, alaridos, suspiros—sus improvisaciones se convierten en un lenguaje sin lenguaje, un terreno donde la voz trasciende la palabra. Y es que la música, como el resto de las artes contemporáneas, persiguen hoy que el espectador pase de ser un individuo pasivo, perdido en el público, a un receptor activo que al ser llevado a un territorio de extrañamiento y descubrimiento, se despoje de prejuicios estéticos y tenga una reflexión que pueda ser fuente de acciones futuras.
Con este viaje de tiempos y estéticas, el Festival CulturaUNAM nos recuerda que la música contemporánea surge de un diálogo constante con lo que le precede. De Palestrina a Boulez, de Pärt a Berio, de los experimentos sonoros de hoy a las voces ancestrales del pasado, lo que se revela es la capacidad inagotable del arte para reinventarse y reinventarnos. Porque al final, más allá de estilos, técnicas o rupturas, lo que persiste es la necesidad humana de transformar el sonido en memoria compartida, en experiencia viva y en futuro posible. La historia de la música es también la historia de su escucha: cómo cada época redefine lo que considera orden, ruptura o espiritualidad. Esa es quizá la enseñanza más profunda de este programa: que en el tránsito de un siglo a otro lo que persiste es la capacidad humana de transformar el sonido en memoria compartida, en experiencia viva y en futuro posible.